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Los videojuegos que marcaron a nuestra generación podrían dividirse en dos categorías: videojuegos de verdad, es decir, obras que dependían de años de desarrollo técnico y narrativo; y videojuegos que también requerían de un gran equipo y esfuerzo, pero cuyo desarrollo técnico y narrativo no se compara con el de los videojuegos de verdad.

De aquí en adelante hablaré de videojuegos para referirme a Shadow of de Colossus, GTA San Andreas, Assasin’s Creed I y II, etc., en resumen: videojuegos de consola. Y cuando hable de videojuegos me referiré a Mundo Gaturro, Habbo, Club Penguin y los juegos de páginas como Friv, Minijuegos, etc.

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Los videojuegos aparecieron en nuestras vidas para conectarnos de una forma sencilla y rápida, que no dependiera de una consola de casi un millón de pesos sino de un computador  normalito y un servicio de internet promedio. No contaban con grandes historias o arcos dramáticos, en muchos casos ni había una historia escrita o pensada a profundidad, pero era divertido y simple, una muy buena forma de matar el tiempo y, en el caso de los videojuegos en línea, de conocer gente nueva.

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Mi primera decepción amorosa sucedió en ‘Club Penguin’ y quién sabe la de cuántos más.

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Los videojuegos no nos marcaron a todos por igual, muchos de nuestra generación crecieron sin tener una consola propia o solo jugaban de vez en cuando con sus primos, o solo jugaban cuando iban a cortarse el cabello. Yo amaba ir a la peluquería porque tenían Xbox y Play Station 1, rogaba para que el peluquero se demorara todo lo posible en mi corte y cada quince días estaba molestando a mi mamá para que me llevara a hacerme un nuevo corte.

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Los videojuegos en muchos casos llegan a ser tan entretenidos como libros o películas, pero le añaden un extra que ningún otro formato logra tener: el papel de uno como jugador es determinante en el desarrollo de la trama. No hay Rayuela ni Bandersnatch que se compare con sentir que mis decisiones (tomadas con cierta libertad) afectaron de alguna forma eso que estoy viendo en la pantalla.

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Además de coordinación mano-ojo, motricidad, concentración, creatividad, memoria, planificación de estrategias y muchas otras habilidades, el jugar videojuegos también favorece la toma de decisiones, aunque también la desfavorece un poco cuando en el videojuego siempre podemos volver al último punto de guardado, o morir y reaparecer, cosa que nos permite tomar todas las decisiones posibles y al final decidirnos por la mejor opción. 

Lamentablemente la vida no funciona así.No hay botón de pausa ni checkpoint, y sobrepensar cada posibilidad para tratar de decidir cuál es la mejor opción tampoco es una estrategia demasiado eficiente a la hora de construir este arco narrativo.

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